Aparecidas a imitación de las que participaban
en las Cruzadas, las Ordenes Militares españolas desempeñaron un significativo papel
en la Reconquista, en campañas y repoblamiento, llegando a convertirse en una importante
fuerza en el terreno económico como, principalmente, en el político en el que tuvieron
una función protagonista en las luchas nobiliarias que adornaron los siglos XIV
y XV.
La
Cofradía de Belchite y la Orden de Monreal, fueron dos Militia Christi, órdenes, surgidas en los reinos de Aragón y León, que no tardaron en disolverse,
o sus caballeros se fueron integrando en otras, surgidas a lo largo del siglo
XII como la Orden del Temple, o la de Alcántara, nacida en la Beira Alta portuguesa
como Ordem de São Julião do Pereiro en 1154, la de
Calatrava, creada en 1158 por el monje
cisterciense Raimundo, abad del Monasterio de Fitero, y la de Santiago, fundada de la mano de Fernando II de León y el Obispo de Salamanca, Pedro
Suarez de Deza en 1170. Será en los reinos
de León y Castilla, hasta donde se había extendido ya en 1172, donde su
presencia alcanzará verdadera relevancia.
Como parte del ejército de
Castilla, participó en la batalla de Alarcos en 1195, que con la derrota cristiana
frenó seriamente el avance castellano, y la de las Navas de Tolosa en 1212, que
señaló el inicio de la decadencia musulmana. Y como parte del ejército del
reino de León, participó en sus campañas por la zona suroccidental y en concreto,
como más nos importa, la cuenca media del Guadiana en donde llevan a cabo la conquista de lugares como Mérida, Badajoz, Fuente del
Maestre, Llerena y Torremayor, entre otros muchos. Acciones, en uno y otro
reino, que a lo largo del tiempo les dotará de 83
encomiendas, 200 parroquias, casi 200 municipios y aldeas, además de hospitales y conventos. Será la Orden de Santiago la que vincule a la Reconquista
y a la historia, ésta olvidada tierra ribereña del Guadiana.
Los intereses individuales de León y Castilla, siendo sus monarcas tío y
sobrino, fracturó la unidad primitiva de la Orden, porque cada corona quería en
su territorio la sede principal. Castilla en Uclés y León en San Marcos. Un
conflicto que no se cerró hasta 1230, cuando con Fernando III se unieron definitivamente
ambos reinos. Uclés, quedó como sede
única, a la que se llamó Caput Ordinis, cabeza de la orden.
Será en el monasterio de Uclés, donde fije su residencia el Gran Maestre, máxima dignidad de la Orden. Que estaba dividida en provincias, subdivididas en
encomiendas que dirigidas por un comendador eran el centro encargado de
percibir rentas, portazgos o diezmos, de los que una parte se destinaban a
beneficios del Maestre. Fueron varias las provincias, pero las provincias más
importantes, por el número de posesiones, fueron la de Castilla y la de León. Pero si la sede administrativa territorial fue Uclés, los
leoneses consiguieron en 1185 que los asuntos eclesiásticos dividieran sus
sedes principales, creándose los dos Prioratos que subsistieron hasta la
disolución de las Ordenes Militares en el siglo XIX.
San Marcos de León, estableció su
sede como diócesis, en Llerena, edificándose un conventual en Calera de León, para hacerlo poco después en Mérida y
volver finalmente a su ubicación original. Componían el Priorato, 135
parroquias, repartidas en las hoy provincias de Orense,
León, Zamora, Salamanca, Cáceres, Badajoz, Huelva, Sevilla y Córdoba, que se integraban
en tres Vicarias con sede en Mérida,
Llerena y Jerez de los Caballeros. Fueron casi 70 las parroquias que en Badajoz, pertenecieron al Priorato,
entre la que hay que contar Puebla de la
Calzada, repartidas en cinco arciprestazgos: Llerena,
Almendralejo, Fuente del Maestre, Mérida y Calera de León.
Rúbrica del Notario Apostólico. Libro de Visitas siglo XVI. |
Por aquellos Libros de Visitas, sabemos que “no pudieron pasar desde Lobon donde estaba porque el rio
Guadiana creció mucho…” Aunque nos
dicen que “la iglesia de dicho lugar de la puebla es de la
advocación de nuestra señora… tiene la dicha iglesia una cruz de plata, un cáliz
de plata y su patena, un vestimento de seda viejo, otro de lienzo, un misal y
un pontifical, un salterio… una casulla de terciopelo colorado con una cenefa
de oro bajo, otro vestimento de lienzo blanco con sus aparejos…”
La datación de estas visitas, permite centrar el nacimiento de Puebla de
la Calzada entre los últimos años del siglo XIV y primeros del XV, puesto que
en esas fechas ya está dotado el lugar de iglesia, tiene parroquia y entidad suficiente
si merecían la atención del Priorato de San Marcos de León y sus visitadores.
Otra visita, ya mediado el siglo
XVI dice: “veinte días del mes de marzo de mil e quinientos e
cinquenta años, llegaron los visitadores al lugar de la puebla de la calzada e
por ser noche no se notifico el poder de vuestra majestad, luego por la mañana
notificaron el poder de vuestra majestad a Matheo Snchez, alcalde y a
Francisco Gragera, Regidor… luego los dos visitadores fueron a la iglesia
parroquial del dicho lugar, de la advocación de ntra señora y visitaron el
santísimo sacramento que estaba en medio del altar mayor… luego visitaron la
pila de babtismo… luego vieron el libro de los babtizados que estaba conforme a
las disposiciones de la Orden. La iglesia es de una nave de bóveda y la capilla
mayor…tiene un retablo de talla nueva y estaba comenzando a aparejarse por la
pintura…” [Sic] Y, como
en cada una de las visitas, anteriores y las que han de seguir, detalla los
ornamentos, las vestiduras, los libros y otros bienes propios.
Los Libros de Visita, nos hablan
también de las ermitas, tanto de los Mártires, como de la de Santiago y la de
Santo Toribio, convirtiéndose en un punto de luz que aclara un tanto la verdad
que corresponde a las desaparecidas de Santiago y Santo Toribio, más allá de
las suposiciones que tratan de ubicarlas, consiguiendo una imprecisa confusión
que desemboca, por lo general, en un significativo error que las difumina en el
largo y extenso horizonte de la historia.
El Priorato de San Marcos de
León, tendrá una larga vida de 688 años, desde 1185 hasta julio de 1873, cuando
mediante la bula Quo Gravius, el papa Pio IX disuelve las órdenes militares e
instruía la incorporación de las parroquias al Obispado correspondiente. Pero no
fue un fin pacífico y antes al contrario provocó muchos, grandes y graves
problemas sociales y religiosos.
El Provisor Francisco Maesso y
Durán se negó a aceptar las disposiciones y destituyó de sus parroquias a los
Curas que se negaron a retractarse de su obediencia al Obispo colocando al
frente de las mismas a clérigos afines; expulsó del territorio al Fiscal de la
Curia episcopal de Badajoz que intentaba tomar posesión, y mandó prender a
quien habiendo sido Freire de la Orden, había prestado sumisión al Obispo de
Badajoz.
Después de dos años de
manifestaciones, encarcelamientos, agresiones, heridos, la intervención del propio Gobierno instando
al gobernador de la provincia a prestar apoyo al cumplimiento de la Bula, y la
separación de aquellos curas que no prestaron obediencia al Obispo, en 1875
terminó lo que se conoce como “Cisma de Llerena” y desapareció el Priorato de
San Marcos de León.
A pesar de que Puebla de la
Calzada fue desmembrada en 1581 por Felipe II de la Mesa Maestral de la Orden
de Santiago, el Priorato de San Marcos de León, siguió presente a lo largo de
los siglos. Aunque los Libros de Visitas habían perdido protagonismo mucho
antes.